Cimentado en la utopía de que gracias a la educación “podremos pensar por nosotros mismos”, el alumno es impartido por los pensamientos de cientos de filósofos, los que, aún sin darse cuenta, van estructurando su forma de pensar. La verdad es que ese alumno piensa como alguien más y no piensa por sí mismo.

La educación que un Estado provee a una nación, es decir, el modelo educativo, ha sido la fuente principal de amoldamiento cultural de las personas. Es allí en donde la identidad de una nación es formada, por medio de la enseñanza de su historia, la historia del planeta, la forma de conocer y de expresar conocimiento. Hoy en día, minorías feministas y del movimiento LGTB han alzado su voz no solamente en espacios de discusiones sobre leyes de aborto, matrimonio igualitario o adopción, sino que están sembrando sus ideas en millones de niños, niñas y jóvenes dentro del sistema educativo. Sin duda, pueden ser llamados los nuevos filósofos de hoy.

En Chile, el gobierno actual no ha querido quedarse atrás y, en el afán del progreso, se ha amoldado el sistema educativo a los planes de género que resuenan tanto en las Naciones Unidas como en los países del primer mundo, quienes se han transformado en los parlantes de estas minorías. El Plan 2015-2018 “Educación para la igualdad de género”, que se basa desde la educación preescolar hasta la educación superior, es resultado de la ambición por ser parte del pensamiento que está cambiando la mentalidad de millones de personas. Dicho plan resume el enfoque de género con el que el MINEDUC actualmente está trabajando, con la finalidad de “…contribuir desde esta cartera a transformar las creencias y prácticas que influyen en las brechas e inequidades de género durante el proceso educativo, para avanzar hacia una educación justa, igualitaria y no sexista”.[1]

Pues bien, probablemente al leer estas palabras puede entenderse que se tratan de eliminar las brechas y desigualdades entre hombres y mujeres, con la expectativa de que, en unos años más, se superen progresivamente las diferencias, en función de una generación que está cambiando su mentalidad. Este aspecto, que visiblemente parece “positivo”, esconde a un volcán activo: La educación de Identidad de Género y la puerta para que toda una generación diga sí al aborto.

Como se dijo anteriormente, el sistema educativo es la piedra angular de una nación para impartir identidad en los ciudadanos. Pero, ¿Es este el diseño? De ninguna manera. Dios, desde un principio, escogió a los Padres y a la Familia como la principal fuente que ministrará y dará identidad a los hijos. Sin embargo, en medida que la voz de la Iglesia se fue apagando, fueron levantándose nuevos padres usurpadores y, dentro de estos, vemos al sistema educativo. Lamentablemente, las escuelas se han transformado en los primeros hogares para los niños, sí, ¡los primeras!, aunque se diga que son “los segundos hogares”, ya que los padres de los estudiantes están la mayor parte del tiempo ausentes y, los hijos, la mayor parte del tiempo en los establecimientos educacionales.

Las voces de estas minorías han hurtado el lugar que siempre les ha pertenecido a los Padres. Es así como hoy, en Chile, el Plan 2015-2018 ministra identidad a los hijos de esta nación, enseñándoles, desde el preescolar que el sexo bilógico no define ni quién eres, ni cómo te sientes internamente. Además, se empodera a la mujer desde que es niña, para enseñarle que puede hacer lo mismo que un varón y que nada puede limitarla, encaminando, de esta forma, a que toda una sociedad acepte el matrimonio igualitario, la adopción homoparental y el aborto, sin dudarlo.

Es así, como en unos años más, estas voces que se han levantado, esperan ver a estos niños y jóvenes, adultos del mañana responder a las demandas del Chile actual sin titubear, haciéndoles creer que son unos libres pensadores, cuando la realidad es que serán unos esclavos que simplemente reproducirán las ideas que los filósofos de este tiempo sembraron en ellos.

Una minoría ha alzado su voz y ha hurtado la identidad y, con ello, el propósito de una generación, pero ¿cuánto más remece la voz de los hijos de Dios? Ya no hay más tiempo para quedarse paralizado antes las circunstancias. Si bien el mal irá en aumento, no por ello hay que sentarse a esperar hasta que Jesús venga. No basta con salir a marchar por el matrimonio, la familia y la vida. Primero quitemos la espiga de nuestros ojos. Siempre ha sido así: como es la Iglesia es una nación.

Es por ello que es importante que la familia dentro de la Iglesia sea restaurada: “…Él hará volver el corazón de los padres hacia los hijos, y el corazón de los hijos hacia los padres, no sea que venga yo y hiera la tierra con maldición”[2]Sí, la respuesta es volver al Padre, a Dios y, de esa forma, restaurar la familia. ¿Y por qué restaurarla? Porque de esta forma los padres tomarán nuevamente la autoridad sobre sus hijos y los encaminarán en la verdadera identidad de ellos en Cristo. Solo sabiendo quiénes son, podrán callar la voz del enemigo y del vengativo que tanto este mundo ha querido levantar. Volvamos a Casa.

“De los niños y de los que maman fundaste la fortaleza, para hacer callar al enemigo y al vengativo”[3]

 

Notas:

[1] MINEDUC. (2014).  Educación para la igualdad de género, plan 2015-2018. p.7

[2] Malaquías 4:6

[3] Salmo 8:2

 


 

Catalina Jaramillo Egaña
Estudiante Psicología – USACH