Este fin de semana tuve la oportunidad de participar de la primera versión del Seminario Ficcion&Realidad, el que reunió a cristianos que se involucran en las áreas de las comunicaciones. Esta instancia permitió plantear la necesidad de reconocerse, asumir un llamado en el área comunicacional y despertar la necesidad de avanzar dentro de ella, desde la cosmovisión bíblica.

En una de las ponencias se habló acerca del papel del discurso en la era postmoderna, donde lo medible, la ciencia y la razón que otorga lo exacto era quien dirigía la pauta de lo correcto e incorrecto, el bien o el mal, lo verdadero versus lo falso. Esta etapa de la sociedad global ya cumplió su papel, porque hoy, pese a su exactitud, no es suficiente para descansar en la búsqueda final de “la verdad”. Hoy en día, vivimos en una era sensitiva, donde lo que sentimos o como nos hacen sentir tiene un peso mucho mayor y aún más para determinar una política pública, generar una sanción penal o instaurar una bandera de lucha social. Si bien la ciencia ha demostrado cómo funciona el sistema emocional o sensitivo a través de reacciones químicas, los argumentos que más se utilizan dentro de esta nueva ola de pensamiento social, responde más bien a literatura que a los clásicos artículos científicos.

Hoy en día “La Narrativa es quien dirige la Verdad” o “Quien define el valor de las palabras tendrá el poder de construir los valores de la sociedad de hoy”. El discurso es movilizador, tiene la capacidad de conectarse con el alma y con los sentimientos más profundos de una persona para generar una acción. Es una herramienta que utilizamos a diario y no debemos obviar su alcance. Ha quedado demostrado en la Historia que, para instalar una idea, no se necesita de un gran equipo comunicacional. El grupo que piensa y moviliza a la sociedad tiende a ser pequeño. Un ejemplo de ello, se ve reflejado en nuestro actual gobierno, con una presidenta que asume el mandato con un 24% de apoyo ciudadano o, también, con los minoritarios grupos de presión como la comunidad LGTB.

Anoche salió al aire en T13 la noticia “Pareja de lesbianas podrá adoptar por primera vez en Chile” y, tomando lo mencionado anteriormente, me permito expresar un par de ideas remitiéndome solo al titular. En primer lugar, es necesario aclarar que «En Chile NO existe la adopción para parejas del mismo sexo»: lo que esta noticia expuso ayer es acerca de la tuición de una menor, por una mujer quien, además, tiene una pareja del mismo sexo. Pero no que ambas sean tutelares de la menor. El titular que usted lee responde solo a una estrategia comunicacional, que busca lo que podrá inferir: “crear conciencia“. Tal vez mis palabras podrán ser muy tajantes, pero es necesario aclarar que, hoy en día, no existe una ley que avale la adopción homosexual en nuestro país. Lo que aquí se pretende es introducir narrativamente un discurso que intencione legitimar lo que denominan “otras formas de familia”, cuestión que hoy aún no hemos zanjado como sociedad chilena en su conjunto.

Por otro lado, no es de extrañarnos el camino que se plantea desde SENAME. Ya desde el año pasado su ex directora hablaba sobre la posibilidad de incorporar estas medidas para adopción en Chile. Si hablamos que las ideas tienen consecuencias, hoy son las comunicaciones las que determinan gran parte del impacto de lo que piensa un grupo minoritario, instalando las bases de lo que consideran correcto e incorrecto, para luego popularizarlo. Más allá de las infografías y despliegue comunicacional del gobierno, buscando construir nuevos valores, no debemos olvidar que es solo un 24% el que legitima el accionar de esta coalición política o, dicho en otras palabras, ideología y propuesta de sociedad. Entonces, ¿Dónde está el 76% que no aprueba esta forma de gobierno y despliegue comunicacional? ¿Por qué la voz de una minoría suena más fuerte? La pregunta puede responderse si comprendemos que, en medio de esta era sensitiva, el que no comunica, no existe. Tan importante como el contenido de un discurso es saber expresarlo. El desafío para los cristianos en esta sociedad postmoderna es saber comunicar La Verdad y también denunciar el engaño para buscar el “bien común”, el Shalom de la ciudad y de la nación donde hemos sido enviados.


Sarai Jaramillo